Cualquiera que analice la
siguiente expresión: "le pidieron que hiciera maravillas desde la nada,
que utilizara pocos recursos, que lo ejecutara en tiempo récord y sobre lo que
todo el mundo comentaría", se daría cuenta de que lo que Dios hizo en la
creación y lo que deberíamos hacer los ingenieros en nuestros trabajos se
aproxima bastante; de ahí podemos pensar que fue Él el primer ingeniero con un
trabajo digno y uno de los mejores ingenieros de la historia.
Sin embargo, con el paso del
tiempo, y en un afán erróneo de evolucionar, de mejorar, de perfeccionar... hemos
incluido algunas características a nuestra profesión de ingenieros que, lejos
de engrandecerla, la han vulgarizado, hasta el punto que hasta Dios inventaría
otra profesión para definir su trabajo.